Noche clara,
radiante, de luces cristalinas,
casi compiten
con un cielo estrellado.
Luces que
destellan modestamente
como sin querer
estorbar la de al lado.
Luz en
equilibrio perfecto con la noche
de una ciudad
que no descansa nunca,
omnipresente
desde cualquier lado del cantón.
Luz de una
ciudad, se muestra esplendorosa,
radiante, casi imperial,
en la noche
de veinticinco
almas venidas del norte.
Cada destello
adivina un tico viviendo, amando,
bebiéndose la
vida a bocanadas,
enfocando en el
punto obvio e invisible.
Paisaje de una
ciudad en conexión
perfecta con la
penumbra delicada,
con los sueños
del amigo
y el beso de los
amantes.
(En algun lugar
entre Vuelta de Jorco i Aserrí, 2 de noviembre de 2014)